jueves, 7 de diciembre de 2006

Gestiones

En casa de Jorge Rodríguez se gesta todo. En lo que es la cochera de su casa, se ha instalado una pequeña oficina en donde todos afinan detalles de lo que será la V Fiesta Internacional de Teatro en Calles Abiertas - FITECA. Jorge es el Director del Grupo Teatral La Gran Marcha de los Muñecones y Coordinador General de la FITECA y trabaja como todo el resto aquí en su misma casa.

He llegado en plenas coordinaciones y cada quién esta bocado en lo suyo. Francesca de la Comisión de Transporte coordina la llegada de un delegación extranjera. Paty coordina con Moisés y Janet los números que se van a presentar, David diseña las credenciales. Todos ellos apenas se dan tiempo para saludarme y continúan sus tareas. Se les nota en el rostro cansancio, quizás horas robadas al sueño.

Hazme un favor, me dice Moisés. ¿Cuál? le contesto. Cuenta el número de agrupaciones y suma el número de personas de cada una, ¿puedes?. Busco papel y lapicero, voy hacia un papelógrafo pegado en la pared. Es el cronograma de los números teatrales. Voy sumando. En cada recuadro aparece la cantidad de participantes. En total suman 27 agrupaciones y ciento veintitrés invitados. De aquellas catorce son extranjeras, y hasta hoy sábado sólo un grupo de argentinos ha llegado.

Cuando ya he terminado entra Ariel, periodista argentino que se ha vuelto voluntario del FITECA de casualidad. “Yo vine por unos días y he terminado quedándome. La verdad es que no pensé quedarme tanto tiempo en Perú, y estoy maravillado. No tenía idea de la magnitud del FITECA, me parece algo sensacional que la misma comunidad comparta, colabore, y además se identifique”, dice con gracioso acento, mientras va conectando su cámara digital a la computadora para ‘bajar’ las fotos que acaba de tomar.

¿Vas a almorzar con nosotros? Me pregunta Giuliana, mientras me saluda, apunta mi nombre en su cuaderno, y me da un vale de comida. Sí, le respondo a la vez que avisa a todos los presentes que el almuerzo va a estar en una media hora, y que todos deben bajar al comedor San Martín porque todavía no terminan de acondicionar el comedor oficial.

Luego de dejar atrás un caminito de tierra llegamos al comedor popular que está ubicado en uno de los extremos de la canchita en donde esta noche montarán el escenario y las butacas. El cemento domina todo el lugar, sólo el caño está con mayólicas. La mesa es a la vez un muro que separa el comedor de la cocina. A lo largo de ella nos sentamos en un largo banco cerca de diez personas, todos con gran apetito esperan ordenadamente su ración.

Mientras nos sirven el tallarín saltado que han cocinado, las cocineras se apresuran en tener todo en orden. Ya sirven los refrescos, ya están pidiendo los vales, ya están sirviendo los platos, todo lo contrario a lo que pueda indicar el aspecto frío del cemento, su amabilidad y diligencia borran el aspecto modesto y austero del comedor: nos convencen con su atención de que estamos ante uno de los mejores restaurantes de toda la ciudad.

Todos conversan. Allá en la cocina han acondicionado dos mesas para nuevos comensales. Los que ya han acabado agradecen a las cocineras y ceden el asiento a quienes aún esperan almorzar. Las conversaciones entre todos son vagas, pero amenas. Ariel, el argentino, nos cuenta acerca de las costumbres gastronómicas de su país, luego de los orígenes del tango y del folclore de su tierra natal.

Al comedor oficial lo han pintado todo de blanco, y le han dibujado arlequines, flores, tramas y hasta avisos para mantener el espacio limpio y ordenado; sólo le hacen falta las mesas, y listo. Afuera Erick y Alonso pintan de azul una fachada. Es de la señora Rosa quien se preocupa del nuevo aspecto de su casa, y pone periódico en el piso de cemento pulido para que no se manche.

Más allá Alex con su equipo de soldadura eléctrica, construye una verja que protegerá algunos árboles y arbustos. Doménico ha salido a conseguir más casa donde puedan hospedarse las delegaciones, y Paul ha salido con una camioneta de la Municipalidad a recoger a un grupo de colombianos. En la oficina, se continúa las confirmaciones telefónicas y David sigue diseñando. Paty coordinando con Moisés, Janet y Jorge.

La calle es casi una feria. Gente que cruza, lleva, trae, va y viene. El sol es implacable y no por ello alguien se detiene. Siguen su rumbo en contra del reloj y a favor de terminar su jornada de la mejor manera: de la que puedan sentir que han hecho lo que querían y más, y sentir que es importante por sí mismos, y no porque se lo dijeron. Cada voluntario de FITECA es conciente de su papel y de la forma anónima en que trabajan. Como hormiguitas que llenan su refugio, no de comida, sino de teatro, de arte.



Tal vez sean muchos nombres. Lo acepto, pero hay muchos más trabajando de manera anónima que no he nombrado. Muchos otros que estuvieron y están ahí, que entregaron su tiempo por nada a cambio. Entonces sabremos que los nombres que he mencionado son muy pocos para lo que años tras año vienen haciendo.

lunes, 4 de diciembre de 2006

FIEBRE DE FÚTBOL: UN RECUERDO Y APRENDIZAJE ONÍRICO

Ayer tuve un sueño. En él me despertaba solo en una cama alba, y el resplandor que reinaba se iba disolviendo en la medida que iba tomando conciencia de donde estaba. Pronto reconocí que estaba en mi cama y que no recordaba absolutamente nada, un leve susto se apoderó de mí. Lo primero que hice fue encender la televisión: unos hombres corrían a través de la pantalla de un lado a otro.

Los atletas se diferenciaban unos de otros por el color de sus atuendos y pude deducir que se trataba de dos bandos. Puse mayor atención a su andar algo absurdo, reparé en que la dirección de sus corridas dependían de la trayectoria de una esfera pequeña a la que golpeaban con el pie y la trasladaban de un lugar a otro. Alguien entró a mi habitación en ese momento y dijo entusiastamente: estás viendo el fútbol. Al fin sabía el nombre de aquel juego tan extraño.

En mi sueño, no reconocí quién había entrado a mi cuarto y no me preocupé de ello, estaba más interesado en descifrar ese juego que se desarrollaba a un ritmo vertiginoso: una voz engolada describía los sucesos con suma emoción y lirismo, los dos bandos actuaban en un coliseo lleno de gente y el campo de batalla era una gran alfombra verde.

Uno y otro equipo asediaba la última línea del contrario. Este juego llamado fútbol era una constante de ataque y defensa. Era una batalla de asedio y conquista. El batallón que atacaba ponía todas sus virtudes en lograr una anotación. Una batalla extraña, apenas lograban vulnerar la última línea –anotando o no – replegaban sus fuerzas para defenderse y volver atacar: un juego extraño el fútbol.

A pesar de que en mi sueño mi memoria no respondía al pasado, era imposible dejar de ver este juego que a la vez de emocionante era virtuoso por los movimientos de muchos de los jugadores. No sabía nada de lo que pudo haber ocurrido en el mundo antes de despertar, lo único cierto era que no sólo yo estaba fascinado. Era una fiebre que había dominado al mundo y que era una fiebre crónica. El mundo, por lo que me pudieron decir en esos instantes, estaba entregada al fútbol y giraba alrededor de él.

No me tomó mucho tiempo en descubrir todo acerca de este juego, y observé que los equipos dividían sus fuerzas en tres: los ofensivos, quienes, como piedras en el zapato, se encargaban de asediar la canasta enorme contraria que llamaban arco. Zigzagueantes e incisivos pertenecían a la casta de los conquistadores y de aquellos que nunca se rinden.

Los segundos son los organizadores, se encargan de administrar la esfera de manera virtuosa, colaboran con los ofensivos a que vulneren el arco contrario. Se puede apreciar que son los que mejor dominan la pelota y pertenecen a la casta de los cortesanos. Los últimos, son mas bien los recios defensores de su arco; los soldados que impiden a los conquistadores obtener su mayor presea: el gol.

Mas, en el equipo hay un jugador de mención especial: un hombre ágil y de aptitudes de ave y felino. Provisto de guantes tiene la tarea más difícil, es el último escollo del conquistador de anotar. Un error suyo significa la caída de su baluarte, a pesar de ello guapean su territorio con un aplomo envidiable y se atreven incluso a retar a los conquistadores.

En el coliseo al que llamaban estadio las graderías no se diferenciaban mucho de lo que uno se imagina lo que era el circo romano: una masa casi uniforme aplaudía y aclamaba los avances de su equipo, gritaba y se estremecía con cada jugada. Desbordados en delirio producían una atmósfera vibrante con cantos, con vítores y con el grito eufórico y desencajado que coronaba una anotación: ¡GOL!

Gol: debe ser el acróstico de Gran Ovación Liberada ¿Qué otra explicación puede haber? Si millones lo gritan al ver una anotación. Un rugir que significa fiesta, alegría, esperanza; pero también desazón, tristeza, fin. Un gol no puede decirnos nada, es una corriente que nos invade y nos alegra, nos deprime, nos aferra a una ilusión.

Desperté con aquella alegría de conocer algo nuevo –a pesar de que en realidad sí conozco el fútbol –¬¬¬¬. Ya despierto pude comprender que aquel juego maravilla a multitudes en todo el planeta por la sencilla razón de ser un juego incierto en el resultado: David puede golear a Goliat, y un petirrojo puede vencer a un león y viceversa, cuando sucede eso la sorpresa de unos se convierte en júbilo de otros, y nadie puede cambiar eso.

El fútbol de esta manera se convierte en una pasión donde once son igual a once, y no se distingue el color de piel, ni la procedencia; dos goles valen más que uno y no hay argumento que pueda romper la lógica matemática; puede también ser un juego injusto, no obstante, para ello siempre habrá una revancha. Como todo en la vida.

COOPERATIVA DON BOSCO: EDUCACIÓN, TRABAJO Y COMERCIO PARA EL BIEN SOCIAL

En Ancash, a 3400 metros de altitud en el distrito de Chacas, existe una Cooperativa que se encarga desde hace 29 años de educar a los niños y jóvenes bajo una conciencia social de solidaridad y compartir: la Cooperativa Don Bosco.

Hugo de Censi se instaló en Chacas en 1976 como comisionado en Perú de la Operación Mato Groso que estaba asentada en Brasil y Bolivia. Dicha operación estaba conformada por párrocos salesianos italianos cuyo único fin era y es el de recolectar fondos para realizar actividades de desarrollo social.

Lo primero que le impresionó al párroco salesiano fue la pobreza reinante del lugar y un hermoso retablo del siglo XVIII ubicado en la iglesia principal de Chacas en completo estado de abandono. Inmediatamente vio la forma de hacer algo por ambas cosas. Fue cuando nació la idea de reparar el retablo con las propias manos de los hombres y mujeres de Chacas. Para ello necesitaba educarlos y capacitarlos en carpintería y tallado de madera.

Escuela Taller San Juan Bosco
El primer paso que dio fue crear la Escuela taller San Juan Bosco que funcionaría como internado gratuito. Las clases se iniciaron con sólo veinte cinco niños, ellos eran los más pobres de la zona. El Padre Hugo tenía la idea que la primera promoción que egresara enseñaría de manera voluntaria a la segunda. Y ambas a la tercera y así sucesivamente como una forma de retribución solidaria de lo aprendido.

Años más tarde, se suman los talleres de escultores, doradores, ceramistas, tejedoras y vitralistas. El Padre Hugo ha dicho en un documental elaborado por la cooperativa lo siguiente: “Nuestro trabajo educativo me parece como un trencito que corre sobre los Andes. En el tiempo que están sobre él aprenden un arte y después bajan en la estación que les va bien”.

Hoy en día la Escuela taller San Juan Bosco cuenta con más de 600 alumnos y se ha extendido a las provincias de Fitzcarrald, Antonio Raimondi, Huanuco Huaraz y Cusco. En ella los alumnos reciben hasta hoy educación, alojamiento y comida de forma gratuita, con la sola idea que sean “educados para mantener el amor por la tierra, por la tradición y la fe en Dios”.

Formación de la Cooperativa
Cuando un joven egresaba de la escuela-taller recibía como donación un juego herramientas completas para que éste pueda salir adelante por sí mismo. En un inicio el poco campo comercial que ofrecían los pueblos donde se llevaban los talleres hacía que la mayoría de los egresados emigraran hacia la capital de la cual casi nadie regresaba. Para evitar esta “fuga de talentos” fue que se creó la Cooperativa Artesanal San Juan Bosco inicialmente en Chacas y luego a otros pueblos.

La idea base que manejaban los misioneros promotores era que lo aprendido no salga de los lugares donde fueron tomados y que además puedan generar recursos en su pueblo de origen colaborando así con el desarrollo del mismo.

Exposición venta: profesionalismo amor y entrega por su obra
La exposición venta de los trabajos de la Casa de Artesanos Don Bosco Perú esta desde el 21 de octubre y continuará hasta el 13 de noviembre en el Museo de la Nación y el ingreso es libre. Allí uno puede encontrar esculturas talladas en madera y en piedra, cuadros en pan de oro, nacimientos tallados, closets, juego de comedores, de cama, etc.

Estos trabajos muestran una calidad de primera y se nota en ellos la paciencia y la rigurosidad, que han fabricados con profesionalismo, amor y entrega. No son producto de la improvisación, todos ellos tienen el sello de ser hechos a mano, únicos, originales y de calidad de exportación.

“Uno quiere expresar lo que uno siente, lo que uno es, el arte, cada cosa que uno piensa, y tratar de llegar a un nivel más al que nunca se llega. Yo por ejemplo, cuando termino una obra y hay algo que no me gusta, sigo hasta que llegue a gustarme. Siempre estoy buscando superarme” nos dice con rostro apacible Gabriel Ayala Tarazona, ebanista de treinta y tres años, nueve de ellos dedicados a la enseñanza en la escuela taller.

Es importante anotar que cuando empezaron a exportar ofertaban sus trabajos exclusivamente en Italia, EE. UU., Canadá y España con gran éxito, luego abrieron mercado aquí en Lima, Arequipa y Cajamarca puesto que vieron que existía una demanda importante por cubrir.

Recaudación
La recaudación que se hace de las ventas retorna a la cooperativa para que ésta por medio de la parroquia los pueda reinvertir en proyectos de desarrollo y ayuda social. Gran parte de estos fondos son destinados a la Escuela Taller, al Instituto Tecnológico, al Pedagógico Don Bosco, implementación de hospitales, y Hogares del Adulto Mayor.

“A veces hay mucha gente que no puede comprar, pero les gusta y ellos te impulsan. Nos dicen que es un trabajo que sí vale la pena. Esto es un trabajo que sale de los andes del Perú, de la gente más pobre de la sierra” puntualiza Gabriel con una sonrisa que inspira confianza en si mismo y fuerzas para seguir adelante.

Chacas hoy
Hoy Chacas es un pueblo como muchos de la sierra, pero a diferencia de muchos encierra la mística de uno que no se ha cruzado de brazos para salir adelante y ha trabajado para ello creando focos de desarrollo y no de caridad. Las ideas de progreso y organización ligadas a la solidaridad y arraigo aquí son compatibles.

“Antes no había bienestar. Ahora hay carretera, luz agua, hospital, internet. Todo. Yo pienso que si el Padre no hubiera llegado a Chacas es probable que hubiera estado igual o en peor situación que hace 20 años atrás. Porque si ha llegado alguna ayuda al pueblo ha sido por intermedio del Padre Hugo, porque él ha pedido, él ha tocado puertas” sentencia una vez más Gabriel Ayala con la convicción de hablar acerca de él mismo.

Por último debemos ser concientes de que la solidaridad no se basa sólo en la caridad, sino que esta fundamentada en el deseo de superación del resto como parte del crecimiento de nuestro entorno, y eso es lo que el Padre Hugo hace todos los días promover capacitación y no sólo dar pan. Lo imagino levantándose todos los días muy temprano, cuando todos aún dormimos, con la única consigna de seguir trabajando por los que más necesitan.



Gabriel Ayala Tarazona (33) – Ebanista Cooperativa San Juan Bosco
Enseñando 10 años de 18 años en la cooperativa

Han pasado 17 años desde q conozco el hogar. Yo conozco al padre desde 1985. Primero participaba en el oratorio. Luego vi los trabajos en tallado y me gustó. Tenía esa afición Y de allí nació el deseo de aprender y tuve la suerte de poder entrar a esa casa.
Luego a la escuela de arte en 1987. Luego soy asistente para enseñar a los demás. Cuando se aprende más es en la práctica. Los profesores son mayormente italianos (arquitectos, pintores, maquetistas, ingenieros), pero también hay peruanos todos como voluntarios. Cuando yo inicie esto éramos 45, terminamos aproximadamente 25 y de ellos hemos quedado 10.

Todo el diseño para llegar a este nivel a pasado por procesos de mejoramiento, hay una evolución. Los primeros trabajos no son de la misma calidad que vemos ahora. ES u trabajo amplio. se aprende siempre una cosa nueva todos los días

Expectativa. Ayudar a los que vienen atrás de ti. Compartir lo que uno ya sabe, Y lo he venido haciendo ya siete años. Pensar en vivir en una vida mas asociada a los pobres.

Nosotros tratamos de seguir es el camino que el Padre Hugo nos ha inculcado es el de hacer una sociedad diferente, más justa. Hacer lo q el padre. Ir en contracorriente del mundi y trabajar en comunidad buscando el progreso y la igualdad de todos. Y al mismo tiempo nos basamos en la búsqueda de no solo seres humanos sino encontrar a Dios.

Uno se levanta pensando en como vas a presentarte ante los niños. Pensando en con que disposición van a venir, con que mentalidad. Con el deseo de ver que cada joven que venga haga bien el trabajo y con el deseo de ser bueno en lo que hace. La ambición es que cada joven bueno ante la sociedad y su familia basado en valores morales

Hace seis años no vivo en mi pueblo porque enseño en otros lugares, Y desde que yo era niño a esta parte ha cambiado mucho .Antes no había bienestar. Ahora hay carretera, luz agua, hospital, internet, todo. YO pienso que si en Padre no hubiera llegado a Chacas es probable que hubiera estado igual o peor situación. Porque si ha llegado alguna ayuda al pueblo ha sido por intermedio del Padre Hugo, porque él ha pedido, ha tocado puertas. El 90% del trabajo que se ve ha sido promovido por la parroquia, la comunidades, la municipalidad.

Mi pueblo ha mejorado es porque ha tenido trabajo permanente con la cooperativa y trabajos permanentes que hace la parroquia

Muchos jóvenes que se quedan son bien formados, pueden autosostenerse e impulsan el desarrollo de Chacas “El pueblo ha sido educado para el bien social”

Un pueblo puede progresar cuando se trabaja en comunidad. Yo veo q la autoridades piensan que la parroquia está ahí porque tiene mucha plata y tiene que dar de su parte colaborar con la idea y el trabajo.

Talleres en Ancash (15), Huanuco, Cusco, Cajamarca partir de los 13 0 14 en los talleres de carpintería, artesanía, etc. Institutos Superiores que es para la formación de docentes.

Mi motivación es el Padre Hugo, él sigue dando su ejemplo con tanto problema fracasos, sigue para adelante con la idea de solo hacer el bien para los jóvenes que lo miramos a él, es una persona que ha dado su vida para miles de jóvenes.Él desea el bienestar de los jóvenes y su familias y quep uedan ganarse el pan. NO tiene más ambicion.Solo ha dado y sigue dando su vida
Eso nos lleva en los momentos de desgano lo debo hacer porque atrás mío hay jóvenes que están esperando aprender, deben formarse.

Expresar
Uno quiere expresar lo que uno siente lo q uno es, el arte, cada cosa qiue piesnsa, llegar a un nivel más al que nunca llegas. Yo por ejemplo, cuando termino una obra y hay algo que no me gusta, y sigo hasta que llegue a gustarme, Siempre estoy buscando superarme. Nuestras obras las requieren más en Italia, EE. UU. Canadá y España.


A veces hay mucha gente que no puede comprar, pero les gusta y ellos te impulsan, que te puedo decir les gusta, es un trabajo que sí vale la pena. Esto es un trabajo que sale de los andes del Perú, de la gente más pobre de la sierra.

VOLUNTARIOS PARA EL DESARROLLO

¿Alguna vez has pensado que el trago podría cambiar al Perú? Pues sí. En el Perú existe el Voluntarios Pub, y trabaja para que ello sea posible. La mayoría de sus trabajadores son voluntarios y las ganancias que obtienen son reinvertidas en proyectos de desarrollo social. Ésta agrupación se llama Asociación Voluntarios por la Vida y he aquí su quehacer.

Esta historia se inicia en el 2003 cuando Euding Maeshiro y un grupo de jóvenes empresarios se reunieron en un curso de liderazgo, con la idea de desarrollar su empresa y su persona. Al final de este curso, ellos tenían un plazo determinado para “alcanzar una meta cuantificable con proyección social”. Ellos empezaron brindando ayuda filantrópica llevando desayunos, regalos, medicinas, comida etc. a los sectores más olvidados de Lima.

Tales actividades eran financiadas por latitas solidarias, rifas, fiestas pro fondos, etc. que ellos mismos promocionaban entre sus amigos. Esto duró hasta que aquellos que habían colaborado en las primeras actividades miraban con desánimo a la tercera, la cuarta con lo cual se volvió muy difícil recaudar fondos. “Ya te colaboré la vez pasada, brother” era la frase más común.

La madre del cordero

“Nos dimos cuenta de que la ayuda que llevábamos no era suficiente. Un día tenían el desayuno que les llevábamos, y al siguiente no. Entonces, decidimos que si queríamos ayudar, teníamos que hacerlo elaborando proyectos de impacto social. Sólo nos faltaba saber cómo” dice con una amplia sonrisa Euding Maeshiro en su oficina donde, todo indica que aquí siempre se respira creatividad.

Así, buscando la manera alguien del grupo dijo: “por qué no hacemos algo que a la gente le guste, aporte recursos y a la vez nosotros nos divirtamos. Formemos un Pub”. A todos les pareció una excelente idea. Voluntarios Pub había nacido.

Voluntarios Pub, el inicio

Con la idea fija de que Voluntarios Pub sería una empresa que donaría el 100% de sus utilidades a proyectos de desarrollo social, en un maratónico mes y con un capital de sólo $3190 dólares proveniente de préstamos, Voluntarios Pub abrió sus puertas el 7 octubre de 2004.

“Es una locura”. “No va a resultar”. Eran las frases agoreras. Pese a ello, la inauguración fue todo un éxito, pero el primer mes el pub sólo arrojó pérdidas. “Era indispensable plantear una estrategia de marketing” –dice Euding, señalando la mesa –Entonces, dándole vueltas al asunto, un voluntario, que además era gerente creativo de Leo Burnett, aportó una brillante idea: enviar correos electrónicos masivos (cadenas) con la consigna “El trago cambiará al Perú”.

Las ‘cadenas’ fueron efectivas y el segundo mes no hubo ni pérdidas ni ganancias. A partir del tercer mes Voluntarios Pub veía entre sus voluntarios a ejecutivos, gerentes, abogados o ingenieros que diligentemente atendían las mesas que no paraban de hacer pedidos en un local totalmente lleno. El pub era todo un éxito.

Organización del Pub

El personal de ‘Voluntarios’ en su mayoría no cobra, y el equipo administrativo lo conforman seis jóvenes entusiastas, quienes también son voluntarios. Los únicos que perciben un sueldo son los cocineros, el cajero y el personal de limpieza.

Voluntarios está conformado por personas que brindan su tiempo en forma gratuita. Tenemos ingenieros, publicistas, estudiantes, etc. que buscan un cambio del Perú no sólo desde un punto de vista económico, sino desde uno de aumento de calidad de vida de personas en extrema pobreza

Cuando empezó a tener mayor identificación con el público, Voluntarios Pub tenía miles de personas dispuestas a brindar su ayuda. Obviamente no todos podían hacerlo por cuestiones de orden. Ahora la modalidad de voluntariado es acercándose al local de Miraflores a la hora indicada y manifestar el deseo de ayudar. Te dan las instrucciones de cómo atender una mesa, la manera de cobrar y listo, ya eres miembro de Voluntarios Pub.

“Aquí todos somos una familia. Prácticamente no existen jefes. Yo estoy aquí de voluntario desde hace ocho meses, y es algo que me gusta, porque además de pasarla bien con todos, me siento gratificado por ayudar generar fondos que irán a proyectos de desarrollo social” comenta Marlon Benavides estudiante de Turismo en Cenfotur asegurando lo agradable del ambiente

En total el Pub beneficia repartiendo sus recursos equitativamente a 16 organizaciones. “Al momento de formar Voluntarios la idea era que cada sector se dedique al cumplimiento de su misión. Así, los empresarios nos preocupamos de crear empresas que generen ingresos suficientes para financiar proyectos de impacto social, y ellos, las ONG’s se encargan de elaborar, planificar y llevar a cabo los mismos” comenta entusiastamente Euding Maeshiro.

Grandes novedades

La principal misión de Voluntarios por la Vida, no sólo queda generar recursos con el Pub, sino que ahora están trabajando para poder crear nuevas empresas que produzcan ganancias y estas sean invertidas en proyectos sociales.

Por ello, con motivo del Día de la Canción Criolla, Voluntarios por la Vida ha inaugurado este 31de octubre la Peña Voluntarios en el distrito de Barranco. El sistema de funcionamiento de ésta, en estructura, es muy semejante al del Pub, con la diferencia que repartirá el íntegro de sus ganancias a cuatro instituciones: Corazones Solidarios, ANAR, Fondo de la Comunidad Judía, y Emergencia Ayacucho.

Por otro lado, la organización Voluntarios tiene como próxima meta lanzar al mercado el agua de mesa Voluntarios. Con el dinero recaudado financiarán a la Asociación SENCA en su proyecto de potabilización de agua y aprovechamiento de aguas servidas en el distrito de San Juan de Lurigancho. El lanzamiento de este producto se tiene previsto para el verano 2006.

Noche Voluntaria

Una noche de atención en Voluntarios Pub es más que ganas. Es responsabilidad y compromiso. “Si rompes algo, nos pondremos muy tristes, pues. Nosotros somos concientes que aquí no vienen mozos profesionales, así que no se preocupen. Lo que rompen lo paga el Pub, eso va como merma” ha dicho Luis Enrique Magno, administrador del Pub con una sonrisa.

Aquí es común ver a un Jefe de personal, o un alto Gerente de algún banco servir a sus amigos los tragos y los piqueos, vistiendo un mandil negro con la frase: “YO SOY VOLUNTARIO”. Es común también ver que los de una mesa escogen entre sus amigos a un voluntario y ver que este acepta serlo de la mejor gana, como una experiencia que lo enriquece por lo noble de su fin. Tampoco es raro ver los dos niveles del Pub llenos.

Una noche de voluntario es un trabajo arduo, algo que muy pocos quizás estén dispuestos a hacer, pero cuando uno lo experimenta, queda gratificado al saber que esa noche se ayuda a una buena causa, y paradójicamente uno sabe y se convence en ese preciso instante que aquí definitivamente el trago cambiará el Perú. ◙


























Satisfacción personal.

“Colaborar con la gente nueva me da una gran satisfacción. El hombre llega a una etapa en que le va bien en su trabajo, acumula riqueza y todo eso no lo ve satisfactorio. El dinero no se lleva a la tumba. Como ciudadano puedo hacer algo por el país y el hecho de ver que mis proyectos se realicen y creen bienestar en los más necesitados es una alegría que no se puede comparar con nada en este mundo. La satisfacción de mi persona se ciñe en el bienestar social que pueda conllevar mis proyectos”, con estas palabras Eudin Maeshiro nos brinda un hasta luego y una promesa de cambio en una sociedad que parece esmerarse por seguir como está, mal.

MITIN EN EL CENTRO DE LIMA: FIESTA Y DESORDEN

Tercera cuadra de la Av. Arequipa Son las 19:25 horas: El tránsito está detenido y la línea 73B esta repleta de pasajeros que entre el hedor y el cansancio de haber trabajado lamentan el embotellamiento.

Los más serenos de carácter soportan estoicamente, aun que con un rostro desaprobador, el hacinamiento y el calor de una manera estoica y hasta valiente. Los más duros se desesperan y reclaman al conductor y al cobrador que es de pocas pulgas. Pronto se dan cuenta que algo sucede a pocas cuadras.

Hay una coaster repleta de gente que está a escasos metros de nuestro bus. Sus ocupantes suenan pitos de manera cadenciosa, tienen serpentina y globos en el cuello y manos, y sus vivas de alegría ganan por momentos a la bulla de los claxon. Entre cientos de autos, buses, taxis y combis dan un pequeño indicio de lo que sucede en los alrededores: tres mítines de cierre de campaña.

–Permiso, por favor, digo mientras me abro paso entre una selva de pasajeros. Y el aire es irrespirable y se vuelve casi un grito estridente que lastima mis sentidos.
–Yo también voy a bajar me contesta secamente un testarudo pasajero, y no me deja avanzar hacia la puerta. El bus se convertía ahora más que nunca en una rancia lata de conservas.

En el Paseo de los Héroes, frente al Palacio de Justicia los responsables del mitin cuecen algo. A ritmo de salsa y reggaetón ‘calientan’ al público para el plato de fondo: el último mensaje de su candidato. Todo indica una gran fiesta: globos, pancartas, banderas, papel picado y hasta rostros pintados se debaten entre rojos y blancos.

Pronto el animador del mitin dirige las vivas y barras a su candidato que ya se acerca, y la ovación se hace más intensa, entusiasta, casi desenfrenada. Chicharras y bombos suenan y resuenan al ritmo de barra; empiezan a lanzar algunos petardos. Un nuevo aviso desata el delirio de los reunidos: ¡Ya esta aquiiiií…! Se sueltan globos de gas y papelería de colores nacionales sin que la masa deje de arengar a su líder.

–Permiso, insisto y obtengo la misma respuesta de antes. Vuelvo a responder: “Bajo ahora” y entre empujones, codazos disimulados y requintadas mentales logro avanzar hasta la puerta de bajada, y ya cantaba victoria hasta que veo en el estribo y escaleras cerca de seis personas, casi atrincheradas y con la actitud de no ceder ni un centímetro me miran y no disimulan su molestia.

– Bajo, ordeno al conductor que se alegra. Un chasquido acciona la puerta que intenta abrirse empujando a la gente apoltronada. Estas se mueven y en medio de rostros de aburrimiento y casi sofocación la puerta, ahora abierta, deja entrar un aire más fresco que alivia en algo los rostros abochornados.

El candidato hace su aparición por la izquierda del estrado. La ovación es ciega y todas las almas reunidas le gritan ¡Presidente!, y él les cree. De pie en su camioneta agita ambos brazos acompañado de su sonrisa criolla, los vítores no se detienen. Sube al estrado y saluda a la multitud, gesticula y se pasea, orondo como un pavo real. Pareciera que con la diestra pide silencio y con la siniestra anima las aclamaciones.

El animador no deja de repetir su nombre como corillo, y la multitud cautiva ya está entregada y espera, ahora con ansias y delirio en los ojos, el conocido, pero eficaz discurso. Sin dejar de ovacionar esperan y las palabras se hacen esperar; pausadamente el candidato mira distraídamente a la masa. Se hace un silencio. Las luces aumentan su intensidad apenas el candidato empieza a hablar.

Bajo del bus y al calor y hacinamiento insoportables les sucede una bulla infernal. Camino en dirección al Paseo de los Héroes tres policías apenas pueden controlar el tránsito en la intersección con la avenida 28 de Julio. Hay reclamos y hasta insultos. Claxon impertinentes y nerviosos se confunden creando más aturdimiento. Hay quienes han apagado sus motores, molestos y resignados a esperar el desatollo.

Una combi repleta de gente contradice la atmósfera: felices, sonrientes jóvenes aclaman a su candidato, el conductor toca alegremente su bocina. Frente a ellos y a pie, ataviados de binchas y banderolas, hay un grupo de simpatizantes contrario. Se enfrentan a punta de vivas y barras anunciando a sus candidatos como Presidente, deteniendo el tránsito por unos minutos.

–¡En mi gobierno disminuiremos el desempleo y habrá sueldos más justos! promete el candidato y todos le creen porque aplauden, los vianderos lo miran perplejos, casi no ofrecen sus productos; la mayoría lo escucha y responde, como los simpatizantes del líder, a las proclamas del animador, mientras el candidato pasa su mano izquierda por su cabellera acomodándola, quizá pensando en su próxima promesa.

Camino por la avenida Wilson como en un hormiguero, las veredas están tan llenas como las pistas; en Paseo Colón hay un candidato con poca gente: es una ramita represando un poderoso caudal de autos.

–Bajaré los sueldos del Presidente, Ministros, Congresistas y Alcaldes el mismo 28 de julio, dice, y ya la masa no puede con el delirio. Se desborda y se adelanta a las arengas del ‘ayayero’ oficial.

Llego a mi destino y mi vista es abarcada por gente reunida en el mitin. Siguen el show musical que el candidato ha puesto de moda entre los jóvenes con poco gusto, pero con gran efectividad.

–Mi deber con Ustedes, gran pueblo que me sigue, es el de gobernar para todos.

Procuro buscar un buen lugar, la música finaliza y anuncian la gran llegada del candidato, mientras tanto voy pensando en el terrible tráfico ocasionado y las pérdidas que ello ocasiona, si es posible que la democracia permita el derecho de unos a costa de la de otros. Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando escucho el grito del animador refiriéndose al candidato : ¡Ya esta aquiiiií…!

LUCES Y FIGURAS EN CHORRILLOS

Martha estaba en Chorrillos, paseando algo distraída luego de tantos problemas y creyó que era conveniente salir con alguien y llamó a su amigo de siempre, aquel con el que solía pasear cuando estaban en el colegio. Marcó su numero con escepticismo. Tuvo suerte que él mismo le contestara la llamada. Quedaron en encontrarse a las seis de la tarde donde siempre: en la bajada de baños de Agua Dulce.

Se encontraron a la hora exacta. Las luces color ámbar de los faroles en la bajada Agua Dulce anticipaban toda el brillo y fastuosidad del remozado malecón. No se equivocó Martha en elegir el lugar. La diagonal de este puente aguzaron sus sentidos, y su belleza casi los distrae de todo el panorama que el puente les ofrecía: a sus derechas, tienen a dos pareja de amantes, a sus izquierdas tres delfines saltan sobre las olas, el terminal pesquero y el imponente morro solar, que ya había encendido su cruz.

Ella, sentada en una especie de altar, espera la palabra de su amado, y él tiene el verbo a punto de ser pronunciado; cogidos de la mano y mirándose a los ojos tienen a la luna de cómplice sobre sus cabezas. Más allá, otros dos amantes están en un abrazo grácil y áureo, parecieran retenidas sus respiraciones y próximo el beso. El chasquido se hace perceptible y veinte chorros de agua forman un pilar cristalino e iluminado. Dos puentes bellamente iluminados y tres delfines saltan sobre las olas. Bienvenidos al Complejo Turístico “Agua Dulce”.

No hace tanto frío… Esa luz cae tan fuerte sobre las espaldas de esa figuras que pareciera que las sostienen, no soy una experta en hacer crítica, pero insisto que esa luz es su pilar, Dijo Martha mientras encendía su primer cigarrillo, a la vez que miraba a su compañero esperando quizás una aprobación.

En ese momento una pareja de recién casados se estacionaba frente a la laguna artificial y sellaba su beso con un abrazo, ellos señalaron a los amantes de piedra y se aproximaron. “se parecen tanto a nosotros” escucharon suspirar a la novia entrecortadamente, y para Martha fue ‘lindo’ el comentario.

“Esa es la cuarta pareja que ha venido hasta ahora aquí, hoy” les dijo una anciana que vende golosinas y cigarrillos, cuando él compraba un chicle; preguntó si siempre venían recién casados. La vieja medio encorvada y de nariz aguileña respondió que sí. Martha mostró un brillo soñador en los ojos y le preguntó a su compañero si podían quedarse hasta que ya no vinieran más novios. Él asintió con una sonrisa. Le preguntó a la amable anciana si era seguro el malecón. Ella respondió nuevamente de manera afirmativa y agregó: “Acá es mucho más seguro que en Barranco, aquí siempre hay tres serenazgos”.

Ambos pronto fueron testigos de que la Alameda de Agua Dulce era un punto de parada de todos aquellos que se han unido a través del matrimonio religioso. Novias que sostienen la cola de su vestido, y novios que abrazan a sus nuevas esposas. Algunos eran cariñosos en extremo y Martha los miraba con mayor fruición, haciendo comentarios a su amigo, riendo por momentos. Quizás enamorados, quizás sólo muy felices.


Corría la noche entre la brisa marina y las luces. Las olas eran una comparsa quieta y cadenciosa que acompañaban la conversación de Martha y su amigo, y la Alameda refulgía como un collar de luces en la Costa Verde, y más parejas de autos se detenían a tomar el fresco, otras se acercaban a esa cabañitas que ofrecían anticuchos, ‘pancita’, ‘rachi’ cerveza, sangría y buena sazón, instigados por tres jóvenes ‘jaladores’ que se acercaban a todos los transeúntes y autos.

Era hora de irse y ellos cruzaron el puente iluminado que se asemejaba a un vagón suspendido, mirando detenidamente todas la formas y autos que cruzaban. Recién ahí, se dieron cuenta que un enorme CHORRILLOS de concreto se asemejaba al que da la bienvenida a los soñadores que buscan fortuna en Hollywood.

LOS AUTOS DE JUNTO AL CIELO

Parallegar a lo más alto de Comas uno debe invertir sólo cincuenta céntimos. En la avenida Túpac Amaru a la altura del kilómetro11, en el paradero España hay unos autos o ‘lanchones’ que cumplen esa tarea, siempre que uno quiera ir al sector cinco de La Balanza de este popular distrito.

La primera vez que viaje en uno de ellos, no pude evitar la comparación con los que cruzan la vía expresa, de Chorrillos al centro de Lima y viceversa. A diferencia de aquellos, estos cobraban cinco veces su tarifa porque su ruta era mayor, y en cuestión de cinco a siete minutos recorrían la distancia de Surquillo al centro de Lima.

Son autos, en su mayoría, de la década del sesenta y setenta a los que les han acondicionado un motor petrolero. Chevrolet, Ford, Chevrolet, Dodge, incluso Volvo y Mercedes Benz son las marcas de la mayoría de ellos, que entre viejos y destartalados, son el medio de transporte por antonomasia de esta zona comeña.

Al lado de estos híbridos de la mecánica, rondan como gallinazos los llamados ‘llenadores’. Ellos gastan sus gargantas haciendo matemáticas del número de asientos menos los pasajeros, y lo anuncian para llenar el lanchón. ‘Falta uno’ es el grito preferido entre ellos, y con él, enciende el chofer su motor y da los primeros movimientos al auto.

“Cincuenta a la Balanza, Cincuenta” o “Faltan dos a la Balanza” es el grito de quien llena el ‘lanchón’, alzan el brazo y menean la mano gritando su ruta. Hay uno que tiene gorrita, la boca pronunciada, está desmuelado y, prácticamente, aúlla ‘Shincuenta, La Balanza, cincuenta, shube ahiiiií’. Gesticula y mueve los brazos, golpea con su mano sucia, gastada, el techo del auto que simula que ya se va.

‘Viene, ahí, viene ahí’ grita el ‘llenador’ sin dientes, mientras dos señoras con sus paquetes cruzan la pista para abordar su unidad de transporte. Abochornadas por la resolana y la premura se acomodan risueñamente en el asiento delantero; ambas son hermanas y comerciantes. “Tenemos una tiendita de abarrotes, acá junto al Colegio Miguel Grau” me dicen.

El carro ya está lleno, cuatro van en el asiento trasero y dos en el delantero. El%

ELLOS LE PONEN COLOR A SU VIDA

“Nosotros vivimos de los muertos. Yo, por ejemplo, preparo, visto y maquillo a los finados”, dijo Rafael Dávila con una seriedad que no daba lugar a bromas. Su oficina era un cuarto semioscuro, la luz apenas se colaba por un pequeño tragaluz en la parte superior de la pared que de manera oblicua alumbraba el escritorio y los pocos papeles que allí había. Ahí se veían a en un santo desorden cruces plateadas y lamparones de velatorio, cortinas granates, caballetes, tapizones enrollados, y un penetrante y característico olor floral. Un cuadro del Corazón de Jesús, que colgaba de la pared, parecía sostenerla.

“Aquí no hay ningún muertito ahora. Hoy no ha caído nada, tranquilo nomás” me dice, mientras cruzaba los brazos se echaba en el respaldar de su silla como queriendo mostrar una aire superior y ocultista.


Las primeras fueron preguntas más bien tímidas como: “¿Cuántos puedes maquillar en un día? Los que caigan. ¿Cuál ha sido tu récord en maquillar? 10 en un día ¿Cuál ha sido la vez en que se había sentido más triste al maquillar uno? A un bebe de semanas que tenía el rostro golpeado. Luego de un buen rato hice quizás la pregunta de mayor tono. “Y se puede ver cómo maquillas a uno? Rafael respondió que sí, siempre y cuando le diera ‘alguito’. “Tú sabes, tampoco es tan fácil que entres al mortuorio” agregó.


Quedamos para el día siguiente al medio día, hora en que según él normalmente siempre tenía un cliente. “No te olvides. FUNERARIA PIMENTEL. Aquí me vas a encontrar”. La siguiente mañana, llegue a la hora y lugar indicados. Rafael había salido “a ver si conseguía algo” como me indicó un chofer de carroza, y aumentó “ Puede que lo encuentres por allá, a la vuelta” y señalaba en dirección al Hospital Rebagliati, haciendo un ademán para que doblara en la esquina hacia la izquierda.


Agradecí la información y caminé en busca del maquillador, Deambulé cerca de una hora, pensando en quizás que habría que hacer otro contacto, hasta que una figura rechoncha, de bigotito y de ojos rasgados se acercaba sonriente. Era Rafael Dávila: “Espérame un ratito más por favor, aún no ha caído nada. Paciencia nomás, no todos los días se muere alguien”. No indagué más porque ya los administradores de las funerarias me veían de manera sospechosa y optaron por ya no decir nada, o simplemente negando el acceso a las mismas.


Esperé sin decir nada. Al cabo de quince minutos regresa Rafael con un sujeto mediano y cabello negro y flaco: “Me llamo Santiago”, dijo y nos dimos la mano. Rafael aumentó: “Él te llevará. Tiene un muertito para vestir y maquillar. Yo me quedo aquí; no he conseguido nada hasta ahora.” Asentí. Cuando ya me iba, Rafael me llamo a un costado y me dijo” Déjate algo pe’ flaco, de todas maneras te he ayudado” Saqué unas monedas y éste agradeció.


¿Para que quieres ver como trabajo? Pregunto Santiago. Respondí: “es que siempre he tenido curiosidad de ver cómo era esto, el contacto cotidiano con los muertos. Cómo son normalmente antes de que los pongan en el cajón. Es una pregunta que me he hecho desde que vi a mi abuelo en el suyo hace 6 años. Mientras decía esto a Santiago parecía salírsele los ojos del rostro, un tanto de la sorpresa otro de lo buena gente que parecía ser.


Cruzamos la pista y entramos al Velatorio del Hospital y nos dirigimos al mortuorio. En la puerta un vigilante nos detiene y pregunta “¿A dónde se dirigen, señores?” “Ya, ya , no te hagas el importante, ‘Negro’. Acá mi primo quiere aprender del negocio, para eso lo he traído, para que me ayude. Normal, no?”, dijo Santiago con socarrona voz. “Contigo no se puede, Compadre, pasa nomás, y tú chochera cuidado con este ‘pata’ que es bien mentiroso, no te dejes meter miedo” dijo el vigilante entre risas que resonaban en el pasillo blanco.


Entramos. Esperaba encontrar un salón con cadáveres en camillas con una sábana cubriéndolos o en conservadoras o tinas con formol. Suena macabro, pero eso me desilusionó un poco, pues tenía la idea de cruzar un pasillo de losetas poco iluminado, frío y con bastante eco, un paraje digno de una película de horror al mejor estilo de Fredy Krugger o Poltergheist.


A cambio de eso bajamos muchas escaleras pasamos unos cuantos velatorios más y entramos a un cuarto blanco y bastante iluminado donde yacía inerte y destapado el cuerpo de un hombre de alrededor de 50 años, piel morena, con una incipiente y entrecana barba.


“Éste nos va a dar trabajo. Está gordito y bastante desarreglado. Segurito que lo han dejado en el piso cuado se murió”, renegó Santiago, quién ahora abría un neceser de cuero negro que no había notado antes. Me preguntó: “¿Me vas a ayudar o sólo quieres ver? Te ayudo, contesté algo vacilante, mientras abría su maletita negra y sacaba una versión bastante antigua de la Santa Biblia.


El cuerpo que yacía delante de nosotros se mostraba impasible y hasta con una leve sonrisa, sus entrecejos mostraban paz, casi no tenía arrugas. Las costuras en su pecho eran lo único grotesco en su cuerpo, Ese hombre ya no era uno, pasaba a ser ahora un envase sin contenido, pero que aún así se le respetaba.


Recuerda, me dijo el maquillador, él debe haber muerto por la mañana en el hospital, tendremos alrededor de una hora o menos para hacer todo porque si no se empezará a poner duro. Rigor mortis, le llaman. Este ya está eviscerado, como un pollo en el mercado, ¿me entiendes?... Bien. Entonces tenemos que limpiarle primero todo el cuerpo con esta esponjita y echarle agua colonia para que la familia quede contenta.


Santiago se persignó luego de las sumarias instrucciones. ¿Empezamos? dijo, antes pregunté: ¿Qué es ese olor que hace arder los ojos? “Es el formol. Se lo untan cuando le sacan las vísceras para que no huela mal en pleno velorio”.


Asearlo y afeitarlo no fue tarea difícil, hasta ese momento no había tenido contacto directo con el muerto, y no se presentaron mayores problemas. Ahora tocaba vestirlo y empezamos por la parte de arriba. Le coloqué el bivirí, la camisa y la corbata. El cuerpo aún mostraba docilidad. Luego le pusimos las medias y luego el pantalón, finalmente el saco. ¿Los zapatos? Pregunté. Santiago rápidamente contestó “A ningún muerto se le ponen zapatos” y no dijo más nada.


Luego de descansar “Ahora nos toa el maquillaje ¿No te animas?” Sí contesté. Abrí el guardapolvo y empecé a espolvorearlo. Al primer contacto con el rostro mostré dudas por lo rígido y frío que ahora estaba el cuerpo. Esperaba encontrar la lozanidad de momentos antes. Hace unos minutos era una persona que dormía, ahora está indefectiblemente muerto.


Puse el guardapolvo en la mesa de trabajo y dije: “Disculpa, no puedo. No es tan fácil como supuse… Nunca había tenido un muertito tan cerca, mucho menos tocado uno. Ahora sé que la muerte era esto. Una indiferencia total con lo que queda. Es absurdo maquillarlo. Hazlo tú” a la vez que daba un paso hacia atrás. Santiago sonrió de manera anuente, y mientras espolvoreaba el rostro y cuello del difunto decía “Como quieras, primo, como quieras”.


“Bueno ya está listo, ¿Tienes alguna pregunta? interrogó Santiago. Sólo atiné a mover la cabeza negativamente mientras contemplaba el rostro que ahora nuevamente dormía ante la magia del maquillaje. Le había puesto el color a la muerte. “Salgamos, entonces, y espérame un ratito en esa banca que voy un ratito aquí a la Administración”. Recién ahora me doy cuenta de todo lo que ha sucedido, aquí en este pasillo dónde veo a unos que lloran y otros que dan el pésame. Veo ahora que he preparado el último viaje de un hombre.


Luego de diez minutos regresa sonriente y empezamos a subir las escaleras. Casi callados hicimos el mismo camino de entrada. Y seguía pensando que había sido el Caronte de esa alma. Caminamos hasta la salida, él salía derrochando una tranquilidad común en ellos, mientras yo decía entre dientes “Paradójico. Él maquilla muertos, y los hace lucir mejor, mientras ellos le dan un color oscuro a su vida”.
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